Los últimos años se han caracterizado por profundas transformaciones
en todos los ámbitos de la vida económica, política y social. La magnitud y densidad
de la reestructuración es tal que se sustenta en acontecimientos no previstos
por ninguna de las escuelas del pensamiento económico social como el derrumbe del
llamado socialismo real y de la utopía con la que nació el siglo XX generando
con ello escenarios e iniciativas impensables hace unos años. Los procesos de
globalización y de integración presentes en las dinámicas económicas
internacionales son parte activa y central de esas mutaciones. Ellos obligan a
un esfuerzo teórico para definir sus alcances y límites, así como a repensar
las formas ge crecimiento y de inserción de nuestro país y de las naciones
latinoamericanas en el mercado mundial.
1. El análisis de la economía mundial se enfrenta
directamente al hecho nacional. 1 Esto es, parte de la existencia de los estados
nacionales y en consecuencia se funda en la automatización y separación de los espacios
económicos. En tanto cada estado nacional adquiere una coherencia económica
propia en la unicidad de la economía mundial no es nunca un resultado ex-ante
sino siempre ex-post. De ahí que la incertidumbre que siempre acompaña su
desarrollo sea un factor estructural. La posibilidad de ruptura es un elemento
inherente a la forma de recomposición permanente en que se sustenta la economía
mundial.
2. Una segunda reflexión que me
parece importante introducir para la crítica de las visiones que plantean la
integración de una economía global como un proceso neutro, es la siguiente: la
economía mundial es siempre una forma de organización jerarquizada de naciones,
mercados y actores cuyo principio ordenador es un polo o una estructura
hegemónica. Por ello, la economía mundial refleja siempre una correlación de
fuerzas, en tanta expresión de ciertos balances de poder. En consecuencia, el
conjunto de normas, reglas e instituciones que conforman las estructuras de
regulación internacional son la modificación de una estructura hegemónica de
poder.
3. A partir de estas dos ideas
básicas nos parece que es más fácil entender el actual proceso de globalización
de las economías, así como sus dilemas y sus límites. La globalización de los
procesos económicos se refiere a una nueva fase del desarrollo capitalista, caracterizada
por la desregulación de los mercados y la privatización de las economías. Estos
procesos responden fundamentalmente a las necesidades de los capitales de los
países industriales, especialmente estadounidenses, de redefinir y recrear sus
espacios de valorización y acumulación. Las rupturas económicas de los setenta implicaron
el agotamiento de los patrones de acumulación sustentados básicamente en los mercados
internos. El proceso de globalización hace referencia a la constitución de un
nuevo patrón sustentado en espacios internacionales, más integrados y abiertos.
4. Sin duda, el proceso de
globalización de las economías no es homogéneo. Por el contrario, asistimos a
un proceso heterogéneo, en el cual hay sectores con diversos grados de integración.
Por ejemplo, en el sector financiero se habla de la existencia de un mercado
global de capitales de funcionamiento continuo. En cambio en el sector productivo,
si bien encontramos empresas y ramas que funcionan de acuerdo a estrategias
globales la automotriz sería uno de los casos más relevantes, también es cierto
que todavía en numerosas empresas y ramas el peso de su implantación en sus
mercados nacionales es la clave de su funcionamiento y de su estrategia.
5. A pesar de este proceso heterogéneo,
analizar la economía global desde la perspectiva de los Estados nacionales comienza
a ser una grave limitación teórica. Los cambios y las tendencias en la dinámica
económica internacional han obligado a repensar el papel y la dimensión del
Estado, la naturaleza y el alcance de las ~líticas económicas nacionales e incluso
el sentido original de las fronteras. La internacionalización de la producción
y de las finanzas y el consecuente desarrollo de una red de interdependencias
entre los países en una era de comunicación prácticamente instantánea conlleva una
redefinición de la concepción tradicional entre mercado interno y economía
internacional, entre soberanía nacional e interdependencia, entre Estado y
sociedad civil. Repensar el concepto de Estado-nación me parece una tarea
urgente para el pensamiento económico. Economía global, bloques regionales y soberanías
nacionales constituyen los términos de una de las ecuaciones más difíciles de
resolver en las próximas décadas.
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